La formación es en estos momentos de aguda crisis económica la herramienta primera en la lucha contra el paro. Frente a un mundo que acaba, otro está por venir. Y de lo poco que sabemos a ciencia cierta sobre ese nuevo mundo, es que demandará mano de obra mejor cualificada. Negarlo es condenarnos a repetir los errores que han lastrado nuestro desarrollo económico. Negarlo es cerrar las puertas a la competitividad. Buscamos, porque no puede ser de otra manera, un nuevo modelo de desarrollo basado en el conocimiento. Y eso es especialmente predicable de Extremadura. Primero porque nuestra situación de partida es aún peor que la del resto. Nuestro ya secular retraso hoy se manifiesta dolorosamente en una tasa de desempleo cercana al 18 por ciento. Y en segundo lugar, porque ese lastre de las formas viejas es menor entre nosotros y nos es posible un salto radical en estructuras productivas. No podemos dar la espalda al futuro. No podemos negar la igualdad de oportunidades que ofrecería a los españoles un sistema de formación para el empleo de calidad. Es preciso trabajar por su mejora constante, abordando los desequilibrios regionales, reformando la disgregación normativa autonómica que tanto daño hace al sector. Es preciso centrar nuestros esfuerzos en los colectivos especialmente desfavorecidos. Hoy más que nunca, en defensa del empleo estable y competitivo. En este sentido, en días pasados el Presidente del Gobierno anunciaba la inversión de 1.106 millones de euros para planes de formación y empleo. Anunciaba también la adecuación de los Servicios Públicos de Empleo a las demandas del mercado. Y aseguraba que era necesario "un esfuerzo ingente para extender y ampliar la formación a los trabajadores". Todas estas medidas atienden a la realidad que nace. Formación y empleo son dos realidades indisolublemente unidas. Frente a todo ello las empresas del sector hemos demostrado cumplidamente nuestra capacidad para adaptarnos y mejorar nuestra oferta de servicios. Porque cuando se habla de formación se está hablando de nosotros. Y fundamentalmente de nosotros. Hemos sido, y cada día lo seremos aún más, imprescindibles en el camino hacia la excelencia. Nosotros estamos en condiciones de cumplir. Ahora toca que ese esfuerzo ingente del que habla Zapatero no quede en palabras huecas. Porque ese esfuerzo no se puede hacer sin nosotros, ni contra nosotros.
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